miércoles, 26 de mayo de 2010

Make me smile and I will love you forever.

Si tuviese que elegir un momento, elegiría sin duda el nuestro. En el que nada importa, en el que todo lo que ha de venir tiene un color distinto, un aroma distinto e incluso un sabor distinto. El color de un mar en calma, el aroma de tutti frutti o el sabor de la mandarina.

Elegiría el calor de tu cuerpo, el cosquilleo incesante, las miradas perdidas y las preguntas sin sentido. Los recuerdos, las sonrisas, las caricias y finalmente el beso. Ese que se da en mitad de una avenida, repleta de distintas almas pero en las que no se repara, pues en ese instante, el mundo se detiene a tu alrededor y te empuja al precipicio.

Make me smile and I will love you forever...sin duda alguna.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Otro fragmento de algo por venir

Miguel abrió los ojos. El sol y la ligera lluvia besaban su cara. El olor de los olivos inundaba su nariz y el canto de un “chamachuelo” envolvía su entorno. Se encontraba en Jaén, su tierra natal. Se incorporó y enseguida vio la figura de su madre que lo llamaba a cenar. Era una mujer preciosa, morena, esbelta de ojos claros. Llevaba un vestido de lunares y unas sandalias veraniegas de color rojo.

-Miguel-gritaba- Tu padre te espera en la mesa.

La guerra ya se había iniciado y la tensión se respiraba en el ambiente. Miguel tenía doce años recién cumplidos. Llegó a la mesa y allí estaba Antonio, su padre. Antonio era un hombre corpulento, debido a toda una vida dedicada al campo, con un espeso bigote y un cabello negro azabache que ya empezaba a escasear. Antonio se crió en un orfanato, -soy hijo del viento- solía decir a sus compañeros, aunque en la más íntima soledad echaba en falta el cariño familiar nunca conocido. Conoció a Isabel en 1921 con dieciséis años, en una fiesta local. Se casó joven y joven también tuvo a su único hijo, Miguel.

-¿A qué huele el campo hoy, hijo mío?-dijo Antonio mostrándose intranquilo.

-A olivos-dijo Miguel.

Antonio no dijo nada, simplemente sonrió y acarició la cabeza de su hijo. Miguel notaba que su padre llevaba un tiempo extrañamente preocupado. Concretamente desde la sublevación de “los de azul” como les decía su padre. Miguel echaba en falta las muestras de cariño que le ofrecía su padre. De él aprendió los olores del campo, el nombre de los pájaros, el disfrutar de la viña. Echaba en falta cuando su padre le cantaba mientras él saltaba en su abdomen (obviamente lo hacía cuando era poco más que un bebé) o cuando juntos salían a pescar.

Su padre se levantó y sin mediar palabra se encerró en su habitación. No había cenado. Isabel, su mujer, recogió el plato y sin decir nada más se puso a recoger la mesa. Miguel salió de nuevo a la campiña y se estiró en el suelo. Empezó a pensar en los olores y en los pájaros y en un porque que diera motivo al comportamiento de su padre. Sin darse cuenta se había quedado dormido.

Dos orillas

La vida no nos trató como esperábamos,

Tú a la otra orilla de ese basto manto azul,

Yo en esta orilla de piedras que afilábamos

Con recuerdos que quedaron en un baúl.


El mar agita las suaves nubes de un cielo

Que tiempo atrás contemplamos.

El cielo mece las fuertes olas

Que tantos recuerdos trajeron.


Como velero ondeado por el viento

Busco tierra más allá de los espejos.

Preguntándome el porqué de tan lejos.

Sabiendo que nada detendrá su tiempo.


Así, entre espuma blanca de arena negra,

Llegan retazos de arena blanca,

Con matices oscuros de espesa espuma

Que busca rauda el alma sesgada.

martes, 24 de noviembre de 2009

Padre e hija

-Papi, ¿por qué no quieres a mamá?

-Claro que la quiero.

-¿Por qué no vives aquí con nosotras entonces?

-Porque mamá no me quiere como yo a ella.

-No lo entiendo.

-Mira, yo quiero a mamá como ella quiere a Miguel y mamá me quiere como quieres tu a tú amigo Sergio.

-¿Por qué papá?

-No lo se hija mía, pero no te preocupes yo siempre querré a mamá. Tu deberías querer a Miguel también.

-Me cae bien. Cuida de mamá y la hace reír. A veces juega conmigo pero no sabe contar esas historias que me cuentas. ¿Nunca has vivido con mamá?

-No. Decidimos tener un hijo en común sabiendo que no íbamos a estar juntos. Quizás mejor así, nos vemos mucho y nos llevamos bien, a pesar de todo, no puedo pedir nada más.

-Me gustaría poder tenerte aquí siempre, con nosotras, y que los cuentos nos los cuentes a las dos.

-Y a mi. La verdad es que a mi también.

-¿Por qué no se lo dices a mamá?

-¿El qué?

-Que la quieres.

-Ya lo sabe, desde hace mucho tiempo, pero no podemos obligar a mami a nada.

-Mamá a veces parece tonta.

-Si-entre risas-a veces si.

jueves, 29 de octubre de 2009

Historia de domingo

Morena, danzando en sábanas blancas

Como suaves olas de espuma salada.

Vestida de domingo de estar por casa.

En esos días en que la vida es carcajada.


Con lunar apostado en mejilla cobriza

Con sonrisa cálida de sueños arrojada

Con los ojos cerrados cuál nodriza

Que busca en cuentos el alma sesgada.


Así te cuento yo una de esas fábulas

En las que dos almas alejan la soledad

Y se encuentran bajo mantos de alas

Blancas que los elevan a la sinceridad.


Así me dices que la historia acaba mal,

Pero me abrazas y con lentitud me acaricias,

Tus ojos imaginan más allá del ventanal,

Con un ligero beso dices simplemente gracias.


lunes, 28 de septiembre de 2009

Sueño de una noche de lluvia

Que sueño más raro he tenido esta noche- Se dice mientras enjuaga su cara en las primeras luces de la mañana. Se asoma a la terraza y contempla al pueblo corriendo estresado a sus dispares destinos. Fuma un cigarrillo mientras en el cielo naranja varias aves cruzan esa bola oculta entre las nubes. Hoy lloverá- Se dice mientras decide no coger su paraguas y abre la puerta para unirse al mundo un día más.

Imágenes de ese sueño se repiten en su mente ahora despierta y sin darse cuenta como, probablemente al recorrer diariamente el mismo camino, llega a su destino. Llueve, ya lo sabía, pero no se preocupa por ello. En vez de eso alza la cara y disfruta con el tacto del agua golpeando fuertemente su rostro. Sin saber porqué, grita, fuertemente, con intensidad y, una pícara sonrisa muestra la felicidad, que otros llamaran locura, que proporciona una lluvia intensa.

Que sueño más raro he tenido esta noche- Se dice mientras piensa que el sueño no fue raro, que el raro es él, ya que es el único que no usa paraguas y el único que deja mojar el trabajo de toda la mañana. Son solo hojas- Se dice mientras recuerda como hablaba en sueños de ella, como no estaba presente mientras hablaba y como en sueños hablaba de la noche de lluvia que compartieron, esa vez eso si, juntos bajo un paraguas.

jueves, 10 de septiembre de 2009

A la vejez

Tras el muro de la vejez,

Frío, gastado, arduo, hastío

De un mundo, que no comprendió

Lo lozano que se esconde

Tras el muro de la vejez.


Tras el libro de la vejez,

Fábula, ficción, emoción

De un mundo que creyó suyo,

Que el sueño fijó en el destino,

Tras el libro de la vejez.


Tras el recuerdo de la vejez,

Que un día se consideró hermoso,

Que busca batido el último poso

De lo que fue, olvidándose

Tras el recuerdo de la vejez.


Tras el ocaso de la vejez,

Que llegó sin aviso, sin espera.

Que alejó la memoria del hombre,

Que siguió el camino de la mujer

Tras el ocaso de la vejez.